El becario que nunca aprende: cuando la IA te deja mentalmente KO
Usar la IA generativa no es delegar y relajarse; es asumir un nuevo rol: el de supervisor a tiempo completo de un becario increíblemente rápido, productivo, complaciente... y con amnesia crónica. Ese trabajo de supervisión constante, sin la recompensa del aprendizaje a largo plazo, podría ser la nueva fuente de fatiga cognitiva.
OPINIÓN
Curiosidad Artificial, Claude y Gemini
11/16/20255 min read


En mi vida profesional, he tenido la suerte (y la responsabilidad) de gestionar equipos. Los que han asumido ese rol saben lo exigente que resulta. No se trata solo de "mandar", sino de la carga mental constante de asignar tareas, definir qué esperas de ellas y, sobre todo, supervisar que el resultado sea correcto. Es un trabajo en sí mismo.
Ahora, imagina que contratas a un becario. Uno nuevo. Le pides un informe y, en tres segundos, te devuelve 500 palabras perfectamente estructuradas. Le pides otro y tarda otros tres segundos en dártelo. La sensación inicial es de triunfo. Pero tres horas después, revisando una y otra vez lo que te entrega, corrigiendo sus errores y pidiéndole nuevas tareas, te recuestas en la silla y te das cuenta de algo curioso: estás mentalmente agotado. Más cansado que si lo hubieras hecho tú desde cero.
¿Qué ha pasado? Simplemente que ahora, además de tener que asignar tareas tienes un carga de trabajo aún mayor supervisando los resultados. Te has convertido en "supervisor a tiempo completo" de este becario tan peculiar. Hace unas semanas, en Curiosidad Artificial, explorábamos el sedentarismo cognitivo, esa atrofia mental que llega cuando delegamos demasiado. Hoy vamos a explorar la fatiga que aparece cuando trabajas intensamente con la IA.


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(Leer el artículo también publicado en CuriosidadArtificial.es)
1. El becario con verborrea (la fatiga de filtrar)
El primer problema de este "becario" es que no tiene coste de producción. Le da igual escribir 100 palabras que 10.000. Y como su objetivo es ser "útil", casi siempre peca por exceso. No cabe duda que irás depurando la forma de pedirle las cosas y que le darás instrucciones para que te responda de la forma que a ti te gusta (más conciso o más extenso, con un tono coloquial o formal,...) Sin embargo, la velocidad de respuesta puede llegar a saturarte y sin darte cuenta puedes haber dedicado horas a intercambiar instrucciones y respuestas con la IA sin haber llegado a completar el trabajo porque te cuesta mucho verificar todo lo que te da. Es la fatiga de filtrar: tu cerebro se ve forzado a procesar un volumen de información absurdo, generado a una velocidad inhumana, solo para encontrar las dos líneas que realmente necesitabas. Es como buscar una aguja en un pajar que la propia IA ha construido en segundos.
2. El becario que te hace la pelota (el síndrome del impostor)
Hay algo más. Este becario es insoportablemente complaciente. Siempre. Es muy difícil conseguir que te diga "esa idea es floja" o, lo que es más importante, "no lo sé". Durante la escritura de los posts de Curiosidad Artificial, dialogo constantemente con chatbots para debatir ideas o cambiar enfoques. Son innumerables las veces que uno me ha dicho: "¡Esa idea es oro puro!". Sinceramente, no soy tan bueno. Es pura pelota. Nuevamente puedes dedicar algo de tiempo a darle instrucciones para que no siempre te de la razón y que sea crítico con tus ideas, pero en el fondo siempre tengo la sensación de que pretende agradarte. Y resulta agotador porque no puedes fiarte ni cuando te dice que lo que le has dado es "oro puro", pudiendo llegar a sufrir el síndrome del impostor.
3. El becario con amnesia crónica (la fatiga de la repetición)
Aquí es donde llega el verdadero KO mental. Cuando formas a un empleado nuevo, inviertes tiempo en enseñarle. Corriges sus errores, pules su tono, le pides que verifique sus fuentes. Es intenso, sí, pero sabes que es temporal. Es una inversión. En unas semanas, esa persona habrá aprendido y podrás delegar con confianza. Con la IA, esa supervisión intensiva no tiene fecha de caducidad. Puedes darle instrucciones sobre lo que quieres y como lo quieres, pero la posibilidad de que alucine, invente cosas, te obliga a no poder relajarte nunca.
4. El becario que rompe tu agenda (la fatiga del cuello de botella)
Durante años hemos hablado de la Ley de Parkinson: "el trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible". Olvídala. La IA ha roto esta ley y ha creado una nueva:
La producción de la IA es instantánea, pero la supervisión humana es finita.
Haz la prueba: ¿Cuántas respuestas extensas y documentadas te puede dar la IA en 20 minutos? ¿Docenas? ¿Cien? Ahora, pregúntate: ¿Cuánto tiempo necesitas tú para leerlas, entenderlas, validarlas y editarlas con rigor? Ahí está el problema. La IA termina su tarea y tú empiezas la tuya. Te conviertes en el cuello de botella. Ya no gestionas tu tiempo de producción; gestionas el caudal de información que "vomita" la IA. Y ese caudal casi siempre te supera.
Cómo ser un buen "Jefe" (el manual de gestión)
Identificar el problema nos da el poder de gestionarlo. No se trata de demonizar la herramienta, sino de aprender a "dirigirla" para no acabar quemados. Este es mi manual de gestión para el becario incansable:
Define objetivos de valor, no de volumen. No le pidas "un informe sobre el mercado". Pídele "los tres argumentos clave a favor de X en formato bullet point". Sé quirúrgico en tus peticiones. Menos es más.
Pon un cronómetro (a tu revisión). Si supervisar, validar y corregir el borrador de la IA te está llevando más tiempo que escribirlo tú desde cero, esa tarea no es para ella. Punto.
Aprende a "despedir" a tu IA. Este es el consejo más importante. Hay tareas donde es un genio y hay otras donde el coste de supervisión y el riesgo de error no compensan. Identifica las tareas que son para ti y cuales son para la IA.
Tú sigues al mando
Está claro que trabajar con IA puede cansar. No es dramático, pero sí es real. La buena noticia es que ahora lo sabes, y eso te da control sobre cómo usarla. La IA es una herramienta extraordinaria, probablemente la más potente que hemos tenido. Pero tú decides cuándo, cómo y para qué la usas. Define tus límites, reconoce cuándo te aporta y cuándo te resta. Porque a diferencia de la IA, tú sí necesitas descansar. Y eso no es una debilidad o un bug. Es simplemente una funcionalidad del ser humano.
¿Te ha pasado esto? ¿Has sentido esa fatiga de supervisión constante? ¿Cómo gestionas tú a tu "becario" de IA? Me encantaría leer tu experiencia en los comentarios.
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